La densidad de cotizaciones es un indicador clave de todo régimen previsional. Mide los aportes que realizan los afiliados a un seguro social y su relación con el tiempo potencial que podrían haber cotizado en su edad activa. A partir de esta distribución, y según las reglas para establecer el acceso a la jubilación, se puede estimar la probabilidad que trabajadoras y trabajadores accedan a una jubilación contributiva. Usando los registros administrativos del IPS, este artículo estima que la densidad de cotización promedio de los aportantes activos al IPS entre los años 2000 y 2020 fue de 28 por ciento. La mitad de estos cotizantes aportaron un 20 por ciento o menos del tiempo potencial, y cerca de la tercera parte registra densidades menores o iguales a 10 por ciento, reflejando que muchas trabajadoras y trabajadoras entran y salen de la economía formal, realizando aportes esporádicos a lo largo de su edad activa. De acuerdo con los requisitos para acceder a una jubilación del IPS, un 57,3 por ciento de los trabajadores no alcanzaría a acumular los 15 años de aporte para jubilarse a los 65 años de edad. Un 32,1 por ciento alcanzaría una jubilación proporcional a la edad de 65 años, un 9,1 por ciento lograría obtener 25 años de aporte entre los 60 y los 64 años de edad para acceder a una jubilación ordinaria y tan solo un 1,5 por ciento cumpliría el requisito de 30 años de aporte entre los 55 y los 59 años de edad. Los datos muestran heterogeneidades por nivel de ingresos, dando cuenta de la baja densidad de cotización – y baja probabilidad de acceder a una jubilación – en los grupos de ingresos bajos, constituyéndose en un subsidio cruzado hacia los sectores de más altos ingresos que logran acceder a una jubilación.